Toda la materia particulada, o las partículas totales suspendidas, está sujeta a los controles de las autoridades pertinentes de cada municipio o estado, y prevalecen a la Ley de aire limpio de 1970 y 1990 y sus leyes predecesoras aprobadas en 1955. No obstante, a partir de 1987, y a continuación en 1997, 2006 y 2012, la USEPA estableció estándares para estos subconjuntos de partículas finas PM10 y PM2,5. Los estados establecen límites de emisiones de fuentes de materia particulada (PM) con el fin de alcanzar las concentraciones que indican estos estándares.
Mientras que las partículas de mayor tamaño pueden expulsarse mediante inhalación normal y tosiendo/estornudando, se sabe que la materia particulada PM10 se incrusta en el tejido pulmonar e incluso penetra en el riego sanguíneo, donde los constituyentes químicos de la sangre afectan a la salud de las personas. Las partículas más pequeñas, PM2,5, no solo tienen estos efectos en la salud, sino que además, a medida que su diámetro inferior se acerca a las longitudes de onda de la luz visible, también produce la bruma visible que puede apreciarse tanto en ciudades como en parques nacionales. Se ha demostrado que estas partículas finas incrementan el número de ataques al corazón, agravan el asma, reducen la función pulmonar y contribuyen a una muerte prematura.
Las materias particuladas PM10 y PM2,5 se producen de varias maneras diferentes. Fenómenos naturales como las ondas y el viento, los incendios forestales y la evaporación, son algunas de las causan que generan y dispersan las partículas sólidas y los aerosoles finos. La actividad humana, como el transporte, los cultivos, la cría de animales, las excavaciones, la construcción, etc. también añaden un mayor número de partículas finas a la atmósfera. La combustión, procedente tanto de la calefacción residencial como de las utilidades eléctricas de carbón y de los incendios de estructuras, también contribuye a agravar el problema.
Por último, los procesos industriales mediante los cuales se fabrican mercancías y sus productos intermedios, completan las fuentes de PM10 y PM2,5. A diferencia de muchos otros causantes, estas fuentes pueden mantenerse bajo control. Nederman ofrece experiencia, conocimientos sobre diseños y equipos físicos para capturar, contener y filtrar las partículas finas con la finalidad de que entren en la atmósfera.
Nederman diseña y suministra campanas de captura que pueden instalarse en equipos industriales o sobre procesos de emisiones para evitar que las partículas sólidas finas o la neblina líquida puedan escapar y liberarse en el aire circundante. Los equipos de conducción y movimiento de aire de Nederman retienen esta materia y la transportan a un dispositivo de filtración, o en el caso de los líquidos a un depurador húmedo, con el fin de extraerla de la corriente de aire. Nederman suministra una amplia variedad de dispositivos que satisfacen los requisitos concretos de los equipos o procesos, incluida la temperatura, la compatibilidad química, la presión y la capacidad volumétrica. La división Menardi de Nederman permite seleccionar y suministrar el medio de filtro adecuado para los diferentes equipos de filtración que han sido diseñados para controlar las emisiones de partículas finas y que están dotados de una larga vida útil y un consumo bajo de energía. Los grupos de servicio de Nederman también pueden reparar o actualizar los equipos existentes de control de emisiones para que satisfagan los criterios de emisiones y puedan cumplir con las regulaciones locales sobre materia particulada (PM) que establecen los Estándares Nacionales de Calidad del Aire Ambiente (National Ambient Air Quality Standards - NAAQS)